Castillo de Íllora

Se encuentra ubicado en las estribaciones meridionales de la cordillera subbética, y constituyó, a finales de la Edad Media, la frontera natural entre Castilla y el Reino Nazarí.

Si bien ya existió en la fortaleza un núcleo de poblamiento previo durante los siglos X-XI, es a partir del siglo XIII cuando las informaciones sobre esta se hacen más amplias. Y es que es a partir del siglo XIII, cuando Íllora comienza a tener mayor relevancia, al convertirse, como ya se ha mencionado, en zona de frontera frente a los continuos avances de las tropas castellanas, permaneciendo así como auténtico guardián de uno de los accesos a la Vega de Granada y controlando el territorio desde una posición estratégica.

Se encuentra situado en lo más alto de la población actual, a una altitud de, aproximadamente, 793 metros sobre el nivel del mar. Está formado por tres recintos claramente definidos, conservándose gran parte del perímetro de las murallas de dos de ellos. Está estructurado en tres áreas: la Villa, el Arrabal y la Alcazaba propiamente dicha. Esta última es la zona más elevada, con un evidente carácter defensivo, conformando el lugar de último refugio de la población en caso de ataque. La planta de este recinto es trapezoidal, contiene varios aljibes de diferentes tamaños y 5 torres que complementan su muralla.

La villa era el área más habitada en la época, y se localiza al norte del castillo. Posee 5 torres de mampostería y 3 de tapial. Es aquí donde encontramos la puerta de acceso al castillo, redescubierta en los años 80 del siglo pasado. Se trata de un complejo sistema de acceso y compartimentación de la defensa.

Por último, carecemos de información arqueológica sobre el Arrabal, situado al sur del mismo, y del que solo se conserva un lienzo de muralla con dos torres semicirculares.

Por otro lado, son dos las fábricas que encontramos en este castillo: el tapial levantado sobre una base de mamposterías de hiladas, y las construcciones en mampostería, dispuestas en hiladas separadas, en algunos casos, por ladrillos, y con las esquinas reforzadas por sillares de piedra arenisca.

La conquista de Íllora tuvo lugar en 1486, poniéndose en seguida la fortaleza bajo el mando de Don Gonzalo Fernández de Córdoba, y siendo así usada como punta de ataque hacia la Vega de Granada. Este cambio de población provocó variaciones urbanísticas, instalándose los nuevos habitantes en el llano y dejando los espacios altos específicamente para el destacamento militar. 

Hemos de destacar que los sistemas defensivos de Íllora, sobre todo sus murallas, quedaron excluidas de la destrucción sistemática de fortalezas ordenada tras la rebelión y posterior expulsión de los moriscos, permitiendo así que estas hayan llegado a nuestros días en buen estado de conservación.